Gracias por vuestras sonrisas que nos emocionan; por vuestras palabras de cariño cuando os atendemos; por vuestra comprensión cuando erramos; gracias por vuestros gestos simpáticos proyectados algunos desde cabezas que flotan en otros mares; gracias por vuestro tiempo, vuestra honestidad y por abrirnos camino.
Querido amigo/a,
Un año más la vida nos regala la oportunidad de encontrarnos en esta celebración instituida por el Papa, en torno a la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús, que este año el Papa Francisco lo quiere hacer coincidir con la IV Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores a celebrar el 28 de julio.
El Papa nos hace una invitación fuerte a combatir entre todos la cultura del descarte y la soledad no deseada, pero también hace una invitación a todos los mayores a pensar y hacerse conscientes de que “cuando se envejece, a medida que las fuerzas disminuyen, el espejismo del individualismo, la ilusión de no necesitar a nadie y de poder vivir sin vínculos se revela tal cual es: uno se encuentra en cambio teniendo necesidad de todo, pero ya solo, sin ninguna ayuda, sin tener a alguien con quien poder contar. Es un triste descubrimiento que muchos hacen cuando ya es demasiado tarde”.
A medida que los que venimos por detrás en años vamos acercándonos a esta parte de la vida, percibimos también que detrás de las arrugas, las heridas, los movimientos lentos, las limitaciones… hay un espíritu juvenil por dentro, hay esperanza, sigue habiendo ilusión, deseos, mucha sabiduría que regalar y mucho cariño por entregar.
Desde la Fundación Summa Humanitate, (que intenta ser vuestra hermana, amiga, protectora; que vela por vuestros intereses y deseos más íntimos) os queremos agradecer una vez más toda vuestra vida, la pasada, la presente y la que todavía queda por vivir. Gracias por vuestras sonrisas que nos emocionan; por vuestras palabras de cariño cuando os atendemos; por vuestra comprensión cuando erramos; gracias por vuestros gestos simpáticos proyectados algunos desde cabezas que flotan en otros mares; gracias por vuestro tiempo, vuestra honestidad y por abrirnos camino.
Feliz día, nos encantará seguir abrazándoos, dialogando con vosotros, emocionándonos cuando os despedís y teniéndoos como el mayor tesoro que Dios nos podía regalar.
Por José Ramón López
Director de operativa de la Fundación Summa Humanitate